Como si de vuelo supiéramos
queremos atrapar su sombra
en la jaula de las manos.
Pero detrás de los huesos
somos la presa en cambio.
Y solo resta
llamarlos en las afueras de la carne
proferirlo en el balbuceo de los extraviados.
Entenderlo en el cuerpo
Respirarlo en la sangre
Hacernos uno con él.
porque nombrarlo ya no alcanza
a detener su aleteo inasible.
No hay palabra verdadera
que retenga su huida
Aunque al final de todos los crepúsculos
volvamos a llamarlo
a gritarlo.
Y aunque la lengua
se nos vuelva ceniza
si decimos
Amor
Bibiana Bernal
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